Venezuela: la CIJ se dirige a la ONU sobre acceso a la justicia por violaciones de derechos humanos

Venezuela: la CIJ se dirige a la ONU sobre acceso a la justicia por violaciones de derechos humanos

Hoy, la CIJ hizo la siguiente declaración oral en el diálogo Interactivo sobre el Informe de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos respecto de Venezuela.

Señora presidenta,

La Comisión Internacional de Juristas (CIJ) agradece el informe de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos sobre la situación en Venezuela en seguimiento a la Resolución 42/25. Sin embargo, la Comisión lamenta que el reporte no haya sido publicado con suficiente anticipación a este Diálogo Interactivo, para permitir un análisis y una respuesta detallada.

El informe señala una amplia gama de violaciones a los derechos civiles, económicos, políticos, culturales y sociales.

La CIJ ha documentado durante años la ausencia de independencia judicial en Venezuela, así como la ausencia de rendición de cuentas en el ámbito nacional. En el Arco Minero del Orinoco, hemos observado numerosos casos de presuntas desapariciones forzadas, trata de personas, amenazas a defensores de derechos humanos, y serios abusos a los derechos de los pueblos indígenas.

La Comisión desea preguntarle a la Alta Comisionada, si puede explicar los obstáculos arraigados en el sistema judicial venezolano que evitan la efectiva rendición de cuentas por graves violaciones a los derechos humanos, y también si puede explicar los abusos cometidos contra los pueblos indígenas en el Arco Minero.

La CIJ espera con interés la discusión y la acción en torno al informe de la Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos en el periodo de sesiones No. 45 del Consejo, y urge al Consejo a estar preparado para extender, y ampliar el alcance, del mandato de la Misión en ese momento.

Gracias.

Vídeos de los webinars sobre sistemas de justicia y COVID-19 en Latinoamérica

Vídeos de los webinars sobre sistemas de justicia y COVID-19 en Latinoamérica

La Comisión Internacional de Juristas apoyó la realización de una serie de conversatorios online acerca de los desafíos que enfrentan los sistemas de justicia latinoamericanos en el marco de la emergencia generada por la pandemia.

Estos conversatorios abordaron temas diversos, como los servicios esenciales de justicia, el impacto del teletrabajo en la judicatura, la innovación en la justicia en tiempos de emergencia, la búsqueda de las personas desaparecidas, la situación de personas migrantes y el uso del litigio estratégico como herramienta de defensa de derechos fundamentales.

Esta iniciativa fue organizada por un grupo de mujeres de América Latina que trabajan en temas de justicia en la región, y fue apoyada por la Fundación para el Debido Proceso Legal (DPLF), la Fundación Construir, la Fundación Tribuna Constitucional, el Observatorio de Derechos y Justicia, y la Fundación para la Justicia y el Estado Democrático del Derecho.

Los videos de las sesiones que se realizaron están disponibles en español en los siguientes enlaces:

Conversatorio 1: Servicios esenciales de justicia en tiempos de emergencia

https://www.youtube.com/watch?v=dEW-GJ9J0Po

Conversatorio 2: Teletrabajo y la Judicatura: Juezas en la primera línea de la justicia

https://www.youtube.com/watch?v=pn7h41pGfp8&feature=youtu.be

Conversatorio 3: Innovando en la justicia en tiempos de emergencia

https://www.youtube.com/watch?v=yZ-2y9Ir_RE&feature=youtu.be

Conversatorio 4: La búsqueda de personas desaparecidas

https://www.youtube.com/watch?v=rfWj_gjxJbs&feature=youtu.be

Conversatorio 5: La protección de las personas migrantes

https://www.youtube.com/watch?v=6kDOjklinnw&feature=youtu.be

Conversatorio 6: ¿Como puede el litigio estratégico protegernos frente a los efectos de la pandemia?

https://www.youtube.com/watch?v=IlwcZqq2CJ4&feature=youtu.be

Conversatorio 7: Experiencias nacionales de litigio estratégico frente al COVID-19

https://www.youtube.com/watch?v=Qd-J5pcEX7I&feature=youtu.be

 

Texto completo, en PDF: Videos-Sistemas-de-Justice-Press-Release-2020-SPA

 

Colombia: las políticas para hacer frente al COVID-19 deben incluir medidas relacionadas con el conflicto, especialmente para defensores de derechos humanos

Colombia: las políticas para hacer frente al COVID-19 deben incluir medidas relacionadas con el conflicto, especialmente para defensores de derechos humanos

Por décadas, un número importante de colombianos han sido víctimas de crímenes atroces relacionados con el conflicto armado. En particular, los defensores de derechos humanos han sido blancos de violaciones de derechos humanos y abusos serios, como asesinatos, amenazas de muerte y hostigamientos.

Solo este año, la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) ha recibido información sobre 56 posibles casos de asesinatos de defensores de derechos humanos. Desafortunadamente, el brote del COVID-19 no ha detenido la violencia contra defensores de derechos humanos.

Al respecto, desde el primer caso confirmado de COVID-19 en el país, el 6 de marzo de 2020, la Organización de Estados Americanos (OEA) y Amnistía Internacional han reportado el asesinato de seis defensores de derechos humanos. Los perpetradores de estos crímenes todavía no han sido identificados.

En igual sentido, las violaciones de derechos humanos y abusos contra comunidades locales tampoco se han detenido. A decir verdad, lo contrario parece ser lo cierto. Así, por ejemplo, se ha denunciado que grupos armados ilegales, incluyendo grupos paramilitares y nuevos grupos formados por disidentes de la guerrilla de las FARC-EP, están aprovechado la pandemia para cometer acciones ilegales con mayor libertad, principalmente en áreas rurales del país. Entre las acciones cometidas por estos grupos, se destaca el desplazamiento forzado de 250 personas y el confinamiento de 770 familias por los combates entre un grupo paramilitar y un grupo guerrillero. Ambas acciones tuvieron lugar en la región pacífica del país, en la cual el conflicto se ha intensificado luego del Acuerdo Final de Paz. Adicionalmente, se conoce de al menos tres desmovilizados de las FARC-EP que han sido asesinados en marzo de 2020.

A pesar de la gravedad de la situación anteriormente descrita, la respuesta del gobierno colombiano a la crisis provocada por el COVID-19 se ha centrado en la creación e implementación de medidas no relacionadas con el conflicto. Al respecto, el gobierno ha decretado regulaciones de gran importancia para mitigar los efectos sociales y económicos creados por el virus. Entre otras regulaciones, el presidente decretó un estado de emergencia y una cuarentena nacional obligatoria por 19 días desde el 25 de marzo de 2020. De igual forma, el gobierno estableció una serie de ayudas sociales y económicas en favor de quienes se verán más afectados por la cuarentena.

Ninguna de estas medidas fue diseñada considerando la situación particular de los defensores de derechos humanos. Como consecuencia, su protección no es un elemento central de las políticas colombianas para hacer frente a la pandemia. Si se considera que la implementación del Acuerdo Final de Paz y los derechos de las víctimas no son prioridades del actual gobierno, el enfoque adoptado no es completamente inesperado. En todo caso, para ser justos, se debe reconocer que los programas estatales para la implementación del Acuerdo han continuado operando durante la pandemia.

Ahora bien, podría argumentarse que la pandemia tiene el potencial de afectar predominantemente derechos humanos que no están relacionados con el conflicto armado. Por lo tanto, desde este punto de vista, la priorización de medidas no relacionadas con el conflicto armado está justificada y es requerida. Si bien esta posición se basa en una premisa valida, que es que la pandemia causada por el COVID-19 crea varios desafíos que van más allá de los problemas de derechos humanos relacionados con el conflicto, ignora un elemento central de la realidad colombiana: la existencia de un conflicto en curso.

Actualmente, el conflicto afecta directamente una parte considerable de la población colombiana, incluyendo la mayoría de los defensores de derechos humanos. Sobre este tema, fue reportado que, el año pasado, las acciones cometidas por grupos ilegales en el marco del conflicto afectaron a al menos 10 de los 32 departamentos de Colombia. En ese sentido, ignorar la importancia del conflicto puede llevar a que algunas medidas para hacer frente a la pandemia resulten ineficaces. Lo anterior, ya que, en las zonas afectadas por el conflicto, la protección de los derechos humanos requiere abordar los desafíos específicos que la pandemia ha creado en esos territorios. Por ejemplo, la presencia de grupos ilegales puede conllevar a que no se realicen pruebas para el COVID-19 a los miembros de las comunidades locales o que no puedan acceder a servicios de salud. Igualmente, debido a la cuarentena, los grupos ilegales pueden identificar más fácilmente la localización de defensores de derechos humanos y tomar represalias contra ellos.

En relación con los defensores de derechos humanos, también debe mencionarse los problemas relacionados con el acceso a medidas de seguridad adecuadas. Sobre este tema, Amnistía Internacional ha denunciado que los esquemas y medidas de seguridad de algunos defensores de derechos humanos han sido reducidos por la pandemia. De igual forma, una organización no gubernamental local expresó preocupación por la decisión de la Unidad Nacional de Protección de suspender indefinidamente las sesiones de la Comisión en donde se definen las medidas de protección.

En consideración con lo anterior, y más allá de las consideraciones políticas y de las prioridades generales del gobierno, es imperativo que el gobierno adopte una perspectiva integral para enfrentar la pandemia. Esto implica abordar el impacto diferencial que la pandemia puede tener en las personas que lideran los procesos de transformación social y legal, en las zonas afectadas por el conflicto. En particular, deben implementarse o adaptarse medidas eficaces de protección para defensores de derechos humanos durante la crisis del COVID-19. Asimismo, deben garantizarse y cumplirse los derechos de acceso a un recurso efectivo y a la reparación, de conformidad con los estándares internacionales.

Adicionalmente, el gobierno nacional debe hacer mayores esfuerzos para obtener un cese de hostilidades humanitario por parte de todos los grupos ilegales durante la crisis del COVID-19. Un cese de hostilidades humanitario contribuiría a (i) proteger a la población civil contra actos violentos, (ii) implementar las medidas relacionadas con la pandemia en las zonas de conflicto y (iii) evitar la proliferación del virus en comunidades vulnerables. Esta es una medida crucial que ya ha sido solicitada por organizaciones civiles nacionales, el jefe de la misión de verificación de Naciones Unidas en Colombia, la OEA y algunos parlamentarios. Hasta la fecha, solo un grupo armado ilegal ha aceptado un cese de hostilidades: el Ejercito de Liberación Nacional (ELN), la guerrilla activa más grande en Colombia, la cual decretó un cese al fuego unilateral durante abril.

En conclusión, reconocer la importancia del conflicto es esencial para hacer frente a las implicaciones en los derechos humanos creadas por las crisis del COVID-19. Esto es necesario para contar con políticas integrales que enfrenten la pandemia, así como para asegurar que los problemas y necesidades en las zonas afectadas por el conflicto no sean desconocidas y agravadas durante la crisis del COVID-19. Sobre este punto, como recientemente fue afirmado por el Secretario General de Naciones Unidas, debe tenerse presente que las personas más vulnerables durante un conflicto son también quienes tienen mayor riesgo de sufrir pérdidas devastadoras como consecuencia de esta pandemia.

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